Somos tres hermanos: Sebastián, Cristian y Carla.

Artel es nuestro apellido.

Hace muchos años, nuestros abuelos crearon la panadería “Las Glorietas” en Monte Grande y fundaron así lo que iba a ser una tradición familiar y un estilo de vida.

En “Las Glorietas” nuestro papá empezó a aprender el oficio de pastelero y años más tarde junto con nuestra mamá emprendieron su propia aventura en Temperley creando la panadería “Santa Teresita”. Allí nacimos nosotros. Nos criamos entre troncos de madera del horno a leña y bolsas de harina apiladas. Inventábamos juegos entre canastos de panes y un local lleno de facturas. Aprendimos a sumar mirando la balanza que pesaba cosas ricas y también a relacionarnos a través del saludo con los clientes del barrio que venían todos los días a visitarnos.

El año 2004 nos encontró surfeando como familia los efectos de la crisis Argentina del año 2001 y ese fue el comienzo de un cambio de época. La “Santa Teresita” no pudo seguir adelante y pasaron muchos años hasta que papá pudo reencontrarse con las masas y la pastelería.

Volviendo de la costa en el año 2011, Cristian (el Artel del medio) le preguntó a papá si se animaba a volver al ruedo para emprender un nuevo proyecto. Ese día nació Artel Pastelería. Y se llamó así porque queríamos que la marca contara nuestra historia y tuviera nuestro apellido para firmarla.

Cada hermano aportó lo que sabía hacer y formamos un equipo de trabajo que tenía un solo objetivo: que muchas personas conocieran los sabores de nuestra infancia. Que se enamoren, como nosotros lo estamos, de las medialunas, las tortas y las palmeritas de papá. Arrancamos en un local chiquito dónde sólo producíamos para vender en almacenes y ferias y nuestro primer pedido fueron ocho pre pizzas. Toda una aventura!

Si hoy miramos todo lo que pasó en estos años, podemos afirmar sin dudas que Artel nos hizo más fuertes. Nos enseñó todo lo bueno y todo lo malo que tiene el hecho de ser emprendedor en Argentina. Se transformó en ese estilo de vida familiar y en una forma de sentir el orgullo de haber logrado crear una marca desde cero.

Esa marca es hoy elegida por muchos amigos y vecinos de la zona sur del Gran Buenos Aires. Artel es sinónimo de calidad, de cosas ricas, de buena atención y dedicación por todo lo que hacemos. Inspiramos a otros emprendedores con frases que siempre repetía nuestra abuela: “Panza llena, corazón contento” y “Hagas lo que hagas, hacelo con pasión”.

Hoy en día seguimos avanzando, viendo crecer a generaciones que nos conocieron siendo muy chiquitos. Apostando al trabajo genuino con un equipo de compañeros que nos ayudan a que Artel sea posible.

Cuando en 2014 abrimos el primer local en Loria al 500 con un espíritu joven y una actitud renovadora, nuestros clientes nos llamaban “Los chicos”. Y es por eso que hace poco tiempo, sentimos que teníamos que volver a las bases y contarles a todos que nuestra esencia no había cambiado. Que a pesar de que pasaron los años, seguimos siendo los mismos. Seguimos siendo “Los chicos de siempre”.

Gracias por acompañarnos y por conocer nuestra historia. Te invitamos a que vos también formes parte de nuestra familia. Te esperamos!